lunes, 23 de enero de 2012

Fascistas catalanistas

Por Jorge Montojo

LOS CATALANISTAS que quieren extender su paja mental en Baleares se muestran tan marrulleros como el madridista Pepe. Pisotean cualquier mano que abogue por la libertad lingüística y encima la insultan patéticamente al grito de fascista y terrorista, cuando lo que hacen es definirse a sí mismos.
Pasó lo mismo en nuestra guerra incivil cuando los socialistas y comunistas que seguían colectivamente los deseos de papacito Stalin (mientras despreciaban las republicanas cabezas liberales de Ortega y Marañón), masacraron en Barcelona a los salvajes y románticos anarquistas. Les ejecutaban sin juicio alguno, pero también les llamaban fascistas, tal y como relata Orwell en su Homenaje a Cataluña.
Si a alguien recuerdan estos catalanistas es a Franco. Basta con poner el español en lugar del catalán, y nos daremos cuenta de la injusta estupidez que pretenden. La ley del péndulo les ha transformado en aquello mismo que odiaban, siempre dentro del cainita ruedo ibérico.
La libertad asusta mucho, especialmente a los mequetrefes mentales de limitado corazón. Eso de que en las Islas Baleares los padres puedan elegir la lengua educativa de sus hijos (largo me lo fiais con semejantes consellers de reeducación, president), que en la administración puedan hablarse dos idiomas, que haya médicos sensacionales a los que no se obligue a diagnosticar en la lengua de Carod, intérpretes que defiendan el solfeo universal, que se resucite con premios la memoria del amador de Mallorca Camilo José Cela o de Rubén Darío…todo eso, que es de tan obvio sentido común, asusta a los nuevos bárbaros que sueñan su regreso a las tribus paramejor medrar.
Los catalanistas son pocos, pero hacen mucho ruido y reciben jugosas prebendas.
Y atemorizan a una clase política que no termina de apostar plenamente por la libertad, aunque lo prometiera en campaña y el resultado en las urnas haya sido contundente. La tibieza popular es tan sorprendente como el giro radical del PSOE para erigirse en franquicia nacionalista.
Recuerdo al valiente Olav que denunció que no le permitían examinarse en español en el instituto Cervantes de San Antonio de Portmany; a la brava Natalia que dirigió desde Valencia su queja al ministro Gabilondo. Ambos no imploraron, sino que exigieron educadamente el derecho que les correspondía constitucionalmente, y fueron esperpénticamente ninguneados. Se sigue sin poder estudiar en español por culpa de los complejos de algunos políticos y la presión de unos reeducadores que tildan de fascista a quien no piensa como ellos.
Como decía Fraga, España es diferente.

Publicado en El Mundo de Baleares el sábado, 21 de enero del 2012

1 comentario:

  1. Me gusta mucho el articulo, sin embargo creo que comparar el tratamiento de las lenguas cooficiales en tiempo de Franco con el tratamiento del castellano ahora no tiene mucho sentido. En tiempos de Franco las lenguas cooficiales no se prohibieron al menos oficialmente, aunque siempre habría algún profesor/a descerebrado o acomplejados varios que actuarán como si lo estuvieran. Decididamente lo que ocurre ahora con el castellano y con el mallorquín es mucho peor.

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