Barraycoa: “El nacionalismo sabe que necesita generar odio contra España”
El autor de una de las obras de más éxito de los últimos meses habla con LA VOZ DE BARCELONA sobre el nacionalismo catalán: “El modelo nacionalista catalán se puede dar en varios sitios. Pero la diferencia es que en España el Estado ha sido débil comparativamente y la burguesía catalana ha sido muy potente. Ya lo dice Prat de la Riba: teníamos una dualidad, una contradicción, sentirnos catalanes y españoles, pero para seguir avanzando en el catalanismo tuvimos que aprender a odiar lo español, a odiar a España”.
Sábado, 24 de diciembre de 2011 | 15:34
Javier Barraycoa es un profesor universitario barcelonés que ha puesto negro sobre blanco las contradicciones del nacionalismo actual en un libro que desmonta los mitos defendidos por el catalanismo político a nivel histórico. En realidad, Barraycoa destapa historias, desde la anécdota a la categoría, que no se conocen ni se divulgan en Cataluña. No, al menos, en los libros escolares, ni en los foros políticos. El libro está siendo un éxito de ventas. Se lee cómodamente y está enfocado a la divulgación de la historia.
Historias ocultadas del nacionalismo catalán (Libros Libres, 2011) no será libro de cabecera de los políticos nacionalistas, pero lo leerán. El vicerrector de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona y profesor en la Universidad de Barcelona, autor de varios libros desmitificadores de dogmas de la sociedad actual, plantea en esta obra más de 200 historias ocultadas por el establishment catalán. Desde la financiación de Mussolini a Macià para invadir Cataluña, al apoyo político y económico de destacados nacionalistas para que Franco ganara la Guerra Civil, pasando por la historia del presidente de la Generalidad Lluís Companys, que pasó buena parte de su vida con absoluta carencia del sentimiento nacionalista.
Más de dos centenares de historias y mitos incuestionables en Cataluña sobre los que se apoyan ciertas teorías y reivindicaciones políticas en la actualidad. Barraycoa siente una cierta melancolía de épocas en las que, entre intelectuales, se discutía y se respondían unos a otros con libros y manifiestos. No espera respuesta alguna a su libro. Quizás, porque no pueda haberla. El autor del libro ha charlado con LA VOZ DE BARCELONA sobre la historia de Cataluña, la actualidad política y algunos mitos del futuro.
¿Por qué un libro como este?
Principalmente, por la sorpresa de ver cómo en 30 años ha cambiado toda la sociedad catalana y he sido testigo de primera mano. El libro arranca por una experiencia con un amigo nacionalista que, tras discutir mucho de historia de Cataluña y darse cuenta que yo sabía mucha más historia de Cataluña que él -lo cuento en el libro-, me afirmó que el nacionalismo no tiene nada que ver con la historia, que es una pura actitud, una pura voluntad y, por lo tanto, no necesita de la historia. El libro es para recordar que sí tenemos que recurrir a la historia de Cataluña porque si no nunca entenderemos lo que es Cataluña.
Cuando se refiere al nacionalismo, ¿se refiere al actual? ¿El nacionalismo actual marca distancias con la historia?
Actualmente, es un discurso que funciona solo, es como un autómata. Es una ideología que pone en marcha, curiosamente, un círculo conservador en Cataluña liderado por Prat de la Riba, porque el catalanismo previo a este no era nacionalista y, de hecho, originariamente la palabra catalanista servía para definir a un historiador de lo catalán: gente muy tradicional, gente muy sensata, gente que se sentía española… y los catalanistas de izquierdas consideraban, todos, que la nación era España. El primero que crea la idea de nacionalismo es un conservador de derechas y pone en marcha una ideología que con el tiempo ni siquiera ellos mismos pueden controlar. El paso de la Lliga a la aparición de ERC es el paso del catalanismo conservador político a un catalanismo que ya se les ha escapado de las manos y es otra ideología que la toma la izquierda. Y actualmente pasa lo mismo.
Macià, Companys y Tarradellas, por ejemplo, ¿son mitos vistos desde 2011?
Sí, hay una clara mitología sobre estos personajes. Todo nacionalismo necesita crear un imaginario colectivo y necesita crear unos ídolos. Muy pocos catalanistas o nacionalistas saben que Macià había sido un militar españolista y monárquico, que cambia de actitud… esto pasa en muchos catalanistas de los primeros años, que no eran nacionalistas, pero de golpe cambian de opción en muchas veces por cuestiones personales. En el libro defiendo que hay algo de psicológico en el catalanismo. Muchos catalanistas, después, se pasan al españolismo, como Eugeni d’Ors, Valls-Taberner… es una especie de religión, conversos, herejes, separaciones, peleas…
Cuando habla del tema psicológico, ¿se refiere a la obra de Oliver Brachfeld Los sentimientos de inferioridad, que cita en su libro?
Sí, hay una contradicción en el discurso nacionalista, que un autor como Brachfeld lo pone incluso como ejemplo de la psicología del perfil del complejo de inferioridad, que muchas veces necesita manifestarse como mucho más de lo que es. Esto genera, en el discurso catalanista, una contradicción muy fuerte: Cataluña -y todos los catalanistas al principio políticos hacen este discurso- somos una raza superior casi aria, de orígenes arios, nos conectamos más con Europa que con el resto de España que son moros, son semitas, etc., por lo tanto somos los más avanzados, somos los mejores, pero siempre hemos estado dominados por Castilla. ¿Cómo resuelves la contradicción: si somos mejores, cómo nos dominan los inferiores? De aquí el complejo de inferioridad.
Uno de los argumentos con los que responde el nacionalismo político catalán es que también hay un nacionalismo español. ¿Si el nacionalismo catalán tiene complejo de inferioridad, todos los países tienen complejo de inferioridad, es decir, también el supuesto nacionalismo español?
No. Es cierto que hubo un intento de crear un nacionalismo español, pero, curiosamente, fue por parte de la izquierda. En el siglo XIX, los liberales querían crear un Estado centralista y necesitaban crear un imaginario colectivo de la nación española y recurren a que esto empieza en 1812, con la Constitución de Cádiz, sin necesidad de contemplar la historia anterior. Pero el imaginario y el nacionalismo español siempre ha sido más débil en su construcción. Esto se explica por las guerras civiles del siglo XIX que impidieron que este Estado centralista se consolidara como en Francia, Italia, Alemania, etc. El nacionalismo español nunca ha tenido tanta fuerza. Tiene menos de místico que el nacionalismo catalán.
¿Qué papel juega la cultura en el nacionalismo catalán?
Es fundamental. En el libro lo explico. Algunos catalanistas se dieron cuenta -incluso Prat de la Riba lo dice- de que la lengua es un arma política pero tenían conciencia de que ni el catalán se iba a perder ni hicieron muchos esfuerzos en publicar en catalán. En cambio, con el tiempo, dentro de la creación del mito, la lengua y la cultura han tomado fuerza. Es algo muy potente porque la lengua es el puente entre el catalanismo ideológico racista y el catalanismo actual. Me explico: durante 30 años defendieron el discurso racista potente, tenemos un hueso en la cabeza especial (doctor Robert), pero hay un momento en el que este discurso deja de funcionar, tras la II Guerra Mundial, ya que se hunde el discurso racista en toda Europa. Y defienden que, ya que no son raza, se han de definir por el idioma. Esto es lo que pregona Jordi Pujol: si conseguimos que la gente hable en catalán los haremos catalanistas. Ya no es salvar la lengua por salvarla sino que se convierte en un instrumento político incluso de transformación mental.
¿Están consiguiendo esto?
Sí, claro, claro… tenemos indicios de ello. Por ejemplo, las políticas de la Generalidad desde hace años de fomentar inmigración magrebí y no de Hispanoamérica es porque tienen la esperanza de que puedan catalanizar más fácil a un no castellanoparlante que a un castellanoparlante. La lógica de la utilización de la lengua como transformación mental sigue vigente.
En el libro habla de la lengua catalana durante el franquismo…
Sí, se utiliza el concepto genocidio cultural… cualquiera que hubiera vivido en ese tiempo sabe que no se prohibió hablar una lengua al pueblo. Hubo editoriales, revistas, premios y certánemes de poesía y literatura, hubo teatro… El catalán fue una lengua muy viva durante el franquismo. E incluso tuvo un apoyo legal al final del franquismo cuando se introdujo como lengua vehicular para primaria en las escuelas. Se ha creado un gran mito sobre la persecución.
¿Por qué se ha creado este mito?
La presión sobre el uso del catalán fue de más a menos. Al principio del franquismo, el catalán se asoció a la lengua de los republicanos y de los separatistas. Pero esto duró como mucho cinco años, luego la presión fue aflojando y el catalán pudo prosperar. Si se censuraba algo no era, generalmente, porque estuviera en catalán sino porque el contenido solía ir contra el franquismo. Pero ahora hay que reforzar el mito catalanista. Y esto ocurre a partir de la Transición: de una resistencia prácticamente inexistente del catalanismo, porque la resistencia al franquismo la hicieron los anarquistas y los comunistas, se intentó sacar réditos políticos durante la Transición y poder exigir la autonomía en Cataluña. Se creó el gran mito de la persecución del catalán, pero hay miles de libros escritos en catalán editados durante el franquismo.
¿Será Jordi Pujol uno de los mitos del nacionalismo?
Claro. A Pujol ya lo están preparando para que sea el siguiente mito, el siguiente presidente de la Generalidad. Le harán, casi, casi un funeral de Esatdo, como lo hicieron con Prat de la Riba. Es una especie de patriarca. Nos lo quieren presentar como el patriarca de la nueva Cataluña. Lo que en su momento fue Torras i Bages, el patriarca espiritual, ahora Pujol ya se va configurando como el gran patriarca con su descendiente y todo, como es Oriol Pujol, que controlará el partido. Jordi Pujol lo ha hecho muy bien porque ha sido fiel a Prat de la Riba: siendo conservador entendió que la lógica del nacionalismo consistía en no posicionarse ideológicamente, es decir, sacrificar su espíritu conservador por la nación; y esto significó ir asumiendo todo tipo de propuestas del nacionalismo de izquierdas. Esto ya lo hizo Prat de la Riba.
Es decir, ¿se puede ser nacionalista y de izquierdas?
Ahora sí, pero en su época era contradictorio. Incluso en los manifiestos fundacionales de la banda terrorista Terra Lliure se expone que la independencia para ellos no era el fin, no era una finalidad política, sino que era un instrumento para una revolución internacional. En los discursos de izquierdas siempre primaba la idea del internacionalismo, y el nacionalismo era una característica ideológica burguesa. Esta es la perversión del nacionalismo actual, la fusión de conceptos contradictorios.
¿Y serán mitos Maragall y Montilla?
No. A Montilla ya le están llegando los puyazos para que no lo sea: le acusan de traidor por ir al Senado de España. Y Maragall, al contrario que Pujol, no tuvo claro nunca lo que quería. Ha sido un personaje demasiado contradictorio y poco coherente. No pasará a la historia. De hecho, se acaba de celebrar el centenario del aniversario del nacimiento de su abuelo, el poeta Maragall, y aquí nadie ha dicho nada. Se ha vivido un silencio sepulcral.
¿Por qué permite el Estado que se creen estos mitos que son, en principio, contra el Estado y fomentan el odio contra este? ¿Ocurre esto en otros países?
El modelo nacionalista catalán se puede dar en varios sitios. Pero la diferencia es que en España el Estado ha sido débil comparativamente y la burguesía catalana ha sido muy potente. Esto le ha permitido enfrentarse al Estado. Ya lo dice Prat de la Riba cuando escribe la historia del nacionalismo, que viene a decir: teníamos una dualidad, una contradicción, sentirnos catalanes y españoles, pero para seguir avanzando en el catalanismo tuvimos que aprender a odiar lo español, a odiar a España. El propio nacionalismo sabe que necesita generar odio y este es elleitmotiv. Lo que en un principio era un amor a Cataluña se transformó en odiar a España.
En el libro apunta que la especialidad del nacionalismo es crear el problema para, luego, dar la solución. ¿Es lo que practica CiU en el Congreso? ¿Es el hilo conductor del nacionalismo desde sus inicios?
Sí. Hay varios analistas del nacionalismo de principios del siglo XX que ya descubren esta táctica. La primera mentira era hacer creer a los catalanes que los castellanos nos odiaban, y así, nosotros odiaríamos a los castellanos. Era crear la dialéctica del odio. Pero Cambó era muy consciente -lo explica en sus memorias- de que esto era una forma de conseguir una serie de beneficios para Cataluña, y de hecho no se lo creían mucho. La Lliga, que no se llama catalanista porque no le gustaba a nadie, reúne a muchos empresarios y burgueses del textil y se convierte en un instrumento político de presión, pero no se creían el catalanismo. Como mucho un pequeño grupo de jóvenes reunidos en el Centre Escolar Catalanista, que van creando la ideología del nacionalismo, eso sí, con el dinero de la burguesía.
Sin embargo, durante el franquismo la burguesía catalanista colabora con el Estado, y actualmente CiU es un apoyo a cualquier Gobierno, ya sea del PP o del PSOE.
Cuando la Lliga se veía en la tesitura de tener que escoger entre ser de derechas o catalanista, prefería ser de derechas. Hay bombas, atentados… prefieren el orden, prefieren a Primo de Rivera, prefieren a Franco, lo que sea. Hay algo en el catalanismo actual que todavía piensa así y se mueve en estos parámetros, pero no todo. El día que sean más nacionalistas que conservadores promoverán una ruptura.
¿Cree posible una ruptura de Cataluña del resto de España?
Sería la ruina absoluta de Cataluña, sería una desgracia. Lo saben. Tienen estudios. Lo ha dicho Mas hace poco recordando que le gustaría que la dependencia al resto de España fuera solo del 5%, pero actualmente es del 80%. Saben que en la situación actual una ruptura sería un fracaso. Sueñan con lo que han definido como un divorcio amistoso: estamos en el espacio europeo, tenemos el euro, libre comercio, frontera abierta, España nos acepta en Europa… pero claro, esto no ocurriría nunca. El Gobierno no permitiría que Cataluña entrara en el euro, y tendríamos que volver a la peseta. Sería una situación agónica. Además, en Europa no hay nadie que quiera romper las fronteras. Aunque, otra cosa sería que estallara Europa, ya que los nacionalismos siempre surgen tras las guerras, por ejemplo. Pero en el escenario actual, Europa no está para aventuras secesionistas.
¿Qué libros recomienda para conocer más la realidad histórica de Cataluña y entender lo que es la Comunidad?
Un libro que muy pocos catalanistas o nacionalistas han leído es el de Torras i Bages: La tradició catalana. ¿Por qué? Porque da una visión de lo que tiene que ser Cataluña, con sus más y sus menos, porque Torras i Bages cuando lo escribe es muy joven. Es un libro en el que, por ejemplo, critica a los que cantan canciones en castellano pero, salvo en algunas cosas muy circunstanciales, el resto del libro es una reflexión muy profunda sobre la esencia de Cataluña. También hay que leer La nacionalitat catalana, de Prat de la Riba. La gente se llevaría muchas sorpresas cuando Prat de la Riba acaba la obra afirmando que España es un Estado, compuesto de muchas nacionalidades, y que Cataluña ha de liderar estas nacionalidades para construir un imperio y llegar al progreso. Es una proclama de un imperio español. Quiere reconstruir el imperio español que finaliza en 1898, y surge de una frustración de la fallida del imperio. Lo curioso es que este libro sea el punto fundacional del nacionalismo catalán.
¿Qué personajes olvidados y no mitificados destacaría de la historia de Cataluña?
Hombre, clarísimamente Eugeni d’Ors y Josep Pla, por ejemplo. Gente que son catalanistas, conservadores y de derechas, pero que ven el catalanismo como una expresión del regionalismo. Cuando se dieron cuenta de que el catalanismo se estaba convirtiendo en un monstruo se desdicieron. Otro personaje fundamental es Antonio María Alcover. Es el gran filólogo catalán que es traicionado por Prat de la Riba para imponer el catalán artificial y falso de Pompeyo Fabra. Sí, Pompeyo, porque nunca firmó como Pompeu, y siempre lo hizo como Pompeyo. Otro sería Duran y Bas, que tiene una obra regionalista y, sin embargo, se cree que es una obra nacionalista. Hay muchos autores interesantes pero no interesa que se conozcan. No son mitos para los nacionalistas.
Acabamos. ¿La publicación del libro le ha supuesto algún problema profesional en Cataluña?
Cara a cara, no. Pero indirectamente, sí. Se me ha acusado de ser un catalán traidor, un botifler, pero la táctica del nacionalismo siempre es, primero, ocultar, silenciar… de momento estamos en esta etapa. Lo que pasa es que mi libro está teniendo un éxito de ventas indudable. Por otro lado, estoy teniendo mucho apoyo de entidades cívicas y de muchos lectores. Curiosamente, muchas felicitaciones me están llegando de Valencia.
¿Habrá una segunda parte del libro, con más mitos o más estudio sobre el nacionalismo catalán?
Tiene que haberla. Creo que el nacionalismo catalán todavía no está bien estudiado. Hay que estudiar más el catalanismo durante el franquismo y durante la Transición española. Nos llevaríamos muchas sorpresas. En muchos pueblos de Cataluña, durante el franquismo, los que dominaban el establishment acaban siendo los que siguen controlando los pueblos en democracia. Por ejemplo, el padre de Àngel Colom, ex líder de ERC y ahora en CiU, fue el alcalde franquista de su pueblo.
Fuente: La voz de Barcelona